13 de julio de 2007

Camino Ignaciano


A la luz de la vida de San Ignacio de Loyola, se propone una experiencia que integre el camino espiritual de búsqueda y discernimiento del joven: siguiendo los pasos de San Ignacio, el joven conocerá e internalizará nuestro carisma y misión en el camino de seguimiento a Jesús.
En esta experiencia del “Camino Ignaciano”, se fomenta la vida comunitaria brindando la oportunidad para que los jóvenes que asisten se conozcan compartiendo momentos de formación, oración, trabajo y gratuidad, y en especial la vivencia de un grupo de amigos en el Señor que buscan la voluntad de Dios para sus vidas.

1. En PAMPLONA, Iñigo cae herido por el impacto de una bala, y esa herida, lo derrumba de sus seguridades, le muestra su debilidad, y lo obliga a detenerse. Allí es donde Dios se manifiesta, en su más profunda debilidad, cuando estaba despojado de todo aquello que había construido para protegerse.

La experiencia del Taller de Autoconocimiento, busca que el joven se encuentre con su propia herida, que se conozca y pueda madurar lo suficiente para orientarse hacia una elección libre y auténtica.


2. En LOYOLA, Luego de la caída en Pamplona lo trasladan a Loyola, un tratamiento médico que lo martiriza lo conducirá a un largo período de recuperación. Allí comienza un proceso interior de conversión. Iñigo empieza a distinguir sus movimientos interiores, a encontrar a Dios y a maravillarse. Aquí Dios invade y transforma su vida, con una presencia nueva y desconocida hasta ahora para él, pero que sin embargo le llena el alma. Nada de lo anterior se compara con esa felicidad que lo sorprende.
Es también el momento de la purificación: se hace conciente de una lucha interior, donde Dios y la tentación se disputan su corazón. Hay sin embargo un deseo que lo conquista: “un impulso muy fuerte de servir a Dios”. Así Iñigo comprende que debe ordenar su vida y dejarse guiar por el Espíritu. Se da en él un proceso en el que poco a poco “sale de su propio amor, querer e interés” ordenando sus afectos y deseos hasta llegar a preguntarse “¿Qué haré por Cristo?”.

La experiencia de los EE, es el momento privilegiado para que el corazón del joven se transforme como el de Iñigo: caminando interiormente hacia la progresiva identificación con Jesús, y aspire como Él a estar disponible a la Voluntad del Padre que lo enviará a servir en misión.

3. Peregrino a JERUSALEN, Ignacio tiene total confianza en Dios y por eso acepta los riesgos del viaje. Sabía que ir a Jerusalén significaba ser como Jesús. Quería imitar al Hijo de Dios encarnado de tal manera que pedía en su oración “imitar y parecer más a Cristo nuestro Señor... más pobreza con Cristo pobre, oprobios con Cristo humillado...”.
Luego Dios le mostrará a Ignacio que su Jerusalén estaba en Roma, descubre que el Señor le invita a seguirle bajo el romano pontífice, Vicario de Cristo. La Peregrinación por diversos caseríos de Huarandoza es el marco para profundizar la espiritualidad del camino que inspiró a Ignacio. Peregrino compartiendo el camino con otros compañeros que comparten el mismo deseo de servir y seguir a Jesús.

4. En ESPAÑA, PARÍS, ROMA, y por los caminos por donde Dios lo guía, siente el deseo de ayudar y servir. Su oración lo lleva a comprometerse con el mundo, viviendo como los pobres y sirviendo en los hospitales. No sólo es “enseñado” por Dios en las largas horas de oración sino también en el encuentro con los demás, en la conversación espiritual, en el ir dando los EE, en el catecismo a los niños...

La Misión, intenta ofrecer el ámbito de servicio y encuentro con los demás. El joven ha vivido la experiencia de los EE y la peregrinación en un ambiente rural donde las cosas cotidianas y la fe se viven sencillamente. A esa gente sencilla servirá y de ellos aprenderá a tener un corazón de pobre como lo hizo Ignacio.