29 de marzo de 2008

Testimonio, Pascua Juvenil - Huancaquito Bajo

UNA INOLVIDABLE PASCUA RURAL

Esta experiencia de la Pascua Rural es algo que jamás olvidaré y quedará marcada en mi vida y en mi corazón. Digo mi vida, porque fue una experiencia en donde compartí con la gente de Huancaquito Bajo. Ya no es sólo quedarnos en nuestro grupo, sino no que es algo más: ir a donde necesitan de Dios, es compartir, sentir y vivir con esa gente que, de repente, creen que ya están olvidados. Es ayudar a acrecentar su fe y su esperanza en Dios y el mundo.

En esta Pascua Rural también deje mi corazón por que conocí a personas maravillosas que al igual que yo, dejaron sus casas y comodidades para poder experimentar, vivir y aprender cosas nuevas. Ellos me enseñaron que no solo hay que esperar que den todo los sacerdotes y las religiosas, sino que también nosotros estamos llamados a dar, ayudar y formar nuestra Iglesia.

Descubrí el secreto de dar y amar en una forma desinteresada. Y es que aquí ya no son sólo palabras que escuché cuando era niña o que me dijeron mis amigos. Aquí son acciones concretas, son cosas que uno mismo realiza; es poner en práctica lo que uno aprende. En fin, son muchas cosas las que quisiera decir, que quisiera contar, entre ellas las anécdotas que pasamos, los puntos de oración y reflexión que hicimos, el compartir con el pueblo... Cada uno de los que participamos en esta Pascua Rural dejamos lo mejor de nosotros en Huancaquito. Tanto Oberti, Manuel, Juan Carlos, Erika, Elsa, Lourdes, Jaime, David, Paulo, Gonzalo, Martín, Jaime y yo (Carito) aprendimos que todavía hay mucho por hacer y que debemos trabajar día a día en este mundo.

El fruto recibido para mí, ha sido el aprender a confiar más en mi misma, a mirar el mundo de una forma distinta, y que sobre todo, saber que Dios está con nosotros de diferentes maneras para devolvernos la esperanza. Quiero agradecer a Paulo que me animo a vivir esta experiencia. El haber conocido a Erika (la limeñita mazamorrera), que vino de Lima y volvió en solo cuatro días; una de mis mejores amigas. Y finalmente, a los jesuitas que con sus enseñanzas me hicieron comprender que la Semana Santa es un compartir, un sentir la vida de Jesús de manera especial.
Carito

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