8 de febrero de 2008

¿ Y van a volver ?

Colegio de La Inmaculada

Jesuitas - Lima

“ ¿Y VAN A VOLVER?”
Totos y Veracruz - Provincia de Cangallo - Ayacucho
4 – 15 enero 2008

Con la memoria fresca y el recuerdo vivo de los días vividos y compartidos en el distrito de Totos y en el Centro Poblado Veracruz, comunidades campesinas, en la provincia de Cangallo, departamento de Ayacucho, me animo a escribir estas líneas a fin de compartir más vivencialmente esta experiencia privilegiada de tratar y desear acercarnos a la realidad de pobreza y extrema pobreza de pueblos y comunidades olvidadas y excluidas de nuestro Perú.

Pero sobre todo, experiencia impresionante de cercanía cordial y cariñosa a estas gentes, hermanos nuestros, los pobres del Perú, que nos revelan los rostros humanos de Jesucristo, que nos cuestionan e interpelan, y hacen presente a Jesús, hombre pobre, nacido en suma pobreza, que vivió entre los pobres y que por mediación de los pobres nos comunicó el evangelio enseñándonos una manera diferente de vivir.

Permítanme compartir algunas experiencias, esperando y confiando que nos ayude a todos como dice Ignacio de Loyola en los Ejercicios Espirituales a “reflectir y sacar provecho”.

PRIMERA EXPERIENCIA:

Como madrugador que soy me despertaba temprano, al clarear el día, y salía a rezar contemplando el verdor de los cerros, miraba los rostros de personas ancianas, mamitas envejecidas por los años y arrugadas por la soledad y la dureza de la vida, que salían tempranito a pastear sus animales, -una vaca, un burro, o un par de ovejitas, según los casos- arreándolos con una rama de árbol en sus manos encallecidas; o los rostros curtidos por el frío y por el sol, de campesinos que con su chaquitacclla al hombro, su único y tradicional instrumento de labranza andino para arrastrar la tierra, salían temprano a sus pequeñas y empobrecidas chacras para cultivar su alimento de cada día, ya que allí no producen casi nada, cultivan lo único necesario e indispensable para su propia subsistencia, porque no tienen más recursos para mejorar su calidad de vida humana.
Una mañana, se me acercó un campesino acompañado de su hijo de diez años, se detiene y me pregunta al ver salir a los muchachos de la Inmaculada camino al pueblo de Veracruz a desayunar a casa de las señoras que nos preparaban la comida.
Padrecito, ¿cuántos años tienen los muchachos que han venido y que están aquí con Usted?
Bueno, 15, 16, 17 años…algunos más, son estudiantes y profesores
¿Son todos peruanos?
Sí, así es.
¿Vienen de Lima?
Sí, todos vivimos en Lima y venimos de allá.
¿Y cómo te has dado cuenta?
Por el color de su cara y la ropa que usan. Seguro que viven en Miraflores, San Isidro, Monterrico, La Molina,…
Si, casi todos, si no me equivoco. Y tú, ¿cómo sabes eso?, ¿conoces?
Padrecito, he vivido varios años en Lima. Aquí mataron y muchos también fueron desaparecidos, unos 2000, tanto por los senderos como por los militares, aquí hubo base militar. Esto me obligó a salir de mi tierra y me fui a Lima. Hace poco he regresado, me he casado, y vivo con mi mujer y mi hijo. Esta es mi tierra.
Otra cosa, Padrecito, ¿y por qué han venido aquí, por qué han venido tan lejos?
Para conocer y aprender a vivir como se vive aquí
¿y valoran a los campesinos?
Sí, seguro, y queremos apreciarlos más
Padrecito, sus muchachos son humildes
¿Así?, eso espero, pero ojalá seamos todos más humildes, ¿te parece?
Padrecito, aquí los estamos viendo desde que llegaron hace días. Van a la chacra, los vemos alegres y reirse, juegan al futbol con nosotros, van a la escuela y colegio y están con niños y jóvenes, rezan y cantan en la misa cada noche, aprenden nuestros cantos en quechua, y nos hacen sentir acompañados.
Padrecito, gracias por venir a visitarnos, aquí nadie viene como ustedes. Gracias.
Muchas gracias también por permitirnos estar aquí, como peruanos tenemos que acercarnos y conocernos, y así aprenderemos a amarnos y tratarnos bien y bonito.
Padrecito, ¿volverán a venir?, ¿y van a volver?
Eso espero….muchas gracias otra vez, que pases bien el día.

SEGUNDA EXPERIENCIA:

Otro día salí a caminar con un muchacho del grupo para conversar con él sobre la experiencia de vida en Totos y Veracruz y nuestras relaciones de trato personal en el grupo. Detrás de nosotros venía un borrachito que casi apenas se sostenía en pié y con quien ya me había cruzado temprano al salir a rezar. Chacchaba coca y olía mucho a trago, a “panteonero”, así lo llaman a ese trago, “porque los lleva al panteón”.

Al caer en la cuenta que nos venía siguiendo, nos detuvimos como para dejarlo pasar. Pero el borrachito se detuvo, se acercó y me dijo:
Buenos dias, papallay.
Buenos días, papá.
Papallay, ¿puedo hablarte?
Sí claro, ¿cómo estás?, ¿cómo te sientes?
Ay papá, con todo respeto, papá, estoy mal, mal me siento, papá
Si, ya veo, has tomado mucho, mejor descansa, anda a tu casa y duerme, cuida tu salud
Papá, ¿puedo decirte una cosa?
Sí, claro, ¿qué deseas?.
Vivo solo papá, no tengo a nadies, no tengo qué comer, nadie me acompaña, no tengo familia, toda la noche he tomado y sabes por qué papá? Nadie me ha saludado por mi cumpleaños, ayer fue, ¿qué quieres que haga, papá? Soy pobre y nadie me quiere.

Empezó a llorar, me abrazó, reclinó su cabeza en mi hombro, nos quedamos silenciosos. Luego de un momento en que se fue tranquilizando, le dí la bendición haciéndole la señal de la cruz en su frente, le aconsejé que se cuide, que le hace daño tomar tanto “panteonero”, que descanse, y a modo de despedida, le dije que ya en otro momento nos vemos y conversamos.
Gracias, papá.
Gracias a ti. Descansa.

El muchacho que estaba conmigo fue testigo silencioso y pensativo. Mira como es la vida, le dije. Anoche en el grupo celebramos el cumpleaños de uno de nosotros expresándole cariño y afecto, y anoche este borrachito celebró sólo el suyo y lo único que pudo hacer fue tomar sólo toda la noche hasta clarear el día.

¿Qué nos pasa?, ¿por qué juzgamos y condenamos tan fría y rápidamente “indios, serranos borrachos”…”No tienes ni para comer y gastas en borracheras”…”así no progresas ni vas a salir de aquí”…”hace falta que les demos charlas sobre alcoholismo”… Pero me pregunté en ese momento, ¿qué hubiera hecho Jesús con él? Jesús se funde y se confunde con el ser humano, hasta el punto de identificarse con cualquier persona, sea quien sea y se porte como se porte.
¿Qué distantes somos y cuántas clases de distancias existen entre nosotros? ¿cuánta falta nos hace intentar acercarnos y comprendernos para aprender a ayudarnos a vivir de otra manera?...¿por qué somos tan duros de corazón para criticar y juzgar despiadadamente?...¿por qué somos tan inhumanos, tan insensibles al dolor y al sufrimiento de los pobres?...¿por qué miramos la paja en el ojo del pobre y no miramos la viga que tenemos en el nuestro?...¿es prioridad para nosotros aliviar, quitar, remediar o acabar con el sufrimiento que aqueja a hermanos nuestros?...¿los sentimos como hermanos nuestros?, ¿acaso la situación de pobreza es una fatalidad? ¿o tiene causas sociales, políticas y económicas y por lo tanto tiene causantes? Se trata de remediar el dolor y el sufrimiento, quitar las causas que lo provocan y no de poner remiendos que no sirven y agravan y ahondan más las heridas y las distancias.

TERCERA EXPERIENCIA:

A sugerencia de unos se propuso a todo el grupo en la reunión de la noche, tener un día de retiro o jornada espiritual para interiorizar y asimilar más internamente la experiencia que estábamos viviendo. La propuesta fue aceptaba por unanimidad.

Cuatro de nosotros nos comprometimos a prepararla y fijamos que sería el día sábado siguiente, todo el día. Los objetivos que nos planteamos fueron: (1) reflexionar a partir de lo vivido, la realidad humana y en ella la presencia de Dios; (2) reconocer en el rostro de los demás la presencia de Dios viviente y actuante; (3) asumir una actitud evangélica desde las experiencias vividas aquí y ahora.

El primer momento fue: “contemplar la realidad: contemplación de la encarnación”, siguiendo el texto de la experiencia ignaciana de Ejercicios Espirituales: “Ver las personas, las unas y las otras…en tanta diversidad…oir lo que hablan…mirar lo que hacen”…Y nos hicimos estas preguntas: ¿Cuáles eran mis expectativas frente a la experiencia social?, ¿cuáles los ruidos externos e internos que me acompañaron en este viaje?, ¿cuáles fueron las primeras impresiones, sensaciones, a llegar a ese lugar?... Traer a la memoria las vivencias de la última semana en Lima (lugares, personas, experiencias, etc) y recordar los días que has vivido y estás viviendo en este lugar. Observar y confrontar ambas realidades para reflexionar y sacar algún provecho.
Acordamos tener una hora de oración y reflexión personal en silencio, buscando el lugar en que mejor nos sintamos y nos ayude a vivir este momento. Luego nos reunimos por grupos pequeños y compartimos vivencias y sentimientos. Y luego todo el grupo grande, de igual manera.

El segundo momento, al comenzar la tarde, fue reconocer los rostros de Dios, siguiendo el texto del evangelio (Mateo 25, 37-40): “tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estaba desnudo y me vestiste…les digo que cuanto hicieron a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicieron”. Y nos preguntamos, ¿durante los días que has pasado cuáles fueron los rostros e imágenes que más te han impresionado, de qué manera cuestiona mi propia vida, qué me dicen y a qué me llaman? Igualmente, oración en silencio, reflexión personal, grupos pequeños esta vez según niveles: alumnos, exalumnos y profesores, y jesuitas.

El tercer momento, fue a partir de la historia de un joven que vivía en una zona privilegiada de Lima y a quien su papá llevó a conocer un pueblo rural a las afueras para que vez la realidad del Perú….y nos preguntamos, a partir de esta experiencia y considerando las incomodidades propias del momento y situacion, (1) ¿qué es lo que está naciendo y está cambiando en mí? (2) ¿Qué nos aporta el mundo de la pobreza y a qué me siento llamado desde ella?. Se sugirió que cada uno escriba una carta a una persona que sea muy importante para él, transmitiendo toda la experiencia vivida. Estas cartas eran privadas, nadie más las iba a leer, y serían entregadas como ofrenda en la misa de la noche, en presencia de la población.

Luego, participamos todos en la misa, esta vez en la Iglesia de Totos, ya que cada día celebrábamos la misa en las Iglesias de Totos y en Veracruz de forma alterna. Fue una misa que fue bastante bien preparada por todos, en lecturas, peticiones, ofrendas, acción de gracias, y como siempre la misa la celebrábamos en quechua y castellano.

A MODO DE CONCLUSIÓN: Ver las personas, oir lo que dicen, mirar lo que hacen…y reflectir y sacar algún provecho (Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales).

Y finalmente, ¿quiénes son los pobres?, ¿quién evangeliza a quién?...

Solemos decir que son los materialmente pobres, los desfavorecidos, los que padecen hambre crónica, los que tienen la vida amenazada, los que carecen de todo y todo les falta, los que viven cercanos a la muerte porque quien sabe si vivirán al día siguiente, los que mueren antes de tiempo, aquellos a quienes el hecho de vivir es como una carga muy pesada. Son también los oprimidos y excluidos, los que sufren toda clase de violencia, aquellos que ni siquiera cuentan en las estadísticas de pobreza, desposeídos de los frutos de su trabajo y de su trabajo mismo, a quienes se les niega todo reconocimiento social y político porque estorban, incomodan y no son productivos para el país, ignorados y despreciados. No existen, no tienen nombre ni documento alguno, ni partida de nacimiento ni certificado de defunción. Indocumentados, inexistentes, como si vida no tuvieran.

Son también aquellos que han tomado conciencia y recuperado el sentido de su dignidad personal y colectiva, los espiritualmente pobres, los pobres con espíritu, los que confían en el Dios amigo de la Vida, compasivo, misericordioso y solidario, los preferidos por Dios amigo de los pobres y nos reflejan el rostro vivo de Jesucristo, que se hizo pobre, como uno de tantos y pasó haciendo el bien, los que nos recuerdan que Jesús nació débil y pobre, vivió entre los débiles y los pobres y acabó su vida como el más débil, más pobre y más desamparado, enseñándonos a unirnos, fundirnos y confundirnos con el sufrimiento, la debilidad y la pobreza.

Y entonces, me pregunto e invito a preguntarnos a los que participamos en esta experiencia, a los que nos apoyaron y alentaron a vivirla…¿acaso fuimos a enseñarles a que aprendan lo que no saben y nosotros sí sabemos?...¿fuimos a darles lo que no tienen y nosotros poseemos más que ellos?...¿fuimos a ayudarlos porque nosotros somos fuertes incluso con fuerza para trabajos que desgastan físicamente?...¿cuáles fueron nuestras motivaciones para ir a Totos y Veracruz?...¿acaso enseñar, ayudar, repartir, apoyar…o tal vez acercarnos, conocer de cerca, vivir nuestra fe y compromiso cristiano con los más pobres, con deseos de comprometernos solidariamente con ellos como hombres para los demás y con los demás?

Resulta que los pobres nos enseñaron a vivir, dando y dándose sin esperar nada a cambio, gratuitamente; nos compartieron y dieron lo único que tenían en ese momento para vivir y alimentarse alguito (un poco de queso, cancha y habas) pero sobre todo su alegría, esperanza y fe en la vida; nos transmitieron su fe en el Dios de los pobres y su religiosidad sencilla y profunda, como sencilla y profunda es su vida a los ojos de Dios y el corazón de Dios; nos regalaron su inmensa riqueza humana y espiritual; se mostraron solidarios hasta el extremo como la viuda pobre del evangelio que dió lo necesario para vivir, nos invitaron a desayunar a sus casas preparando el mondongo ayacuchano toda la noche según sus costumbres porque la leña necesita ponerse al fuego con cariño para que la comida guste y agrade al amigo y hermano visitante.

Nos regalaron una fiesta de despedida, viniendo las mamitas y algunos campesinos con dos músicos que tocaban el arpa y el violín, y bailamos huaynos hasta medianoche; al día siguiente, nos sorprendieron, abrumaron y sobrecogieron de cariño y ternura al despedirnos regalándonos a cada uno una bolsa de maiz y un pedazo de queso, y en sus rostros y cantos de adiós – jarawis- nos dijeron “hasta pronto”, corriendo al lado del ómnibus hasta que ya no podían más, y con su canto y su estar a nuestro lado, nos decían “queremos que regresen”, “no nos olviden”, “ni olviden nuestros pueblos de Totos y Veracruz”.

Ahora ya estamos de nuevo en Lima, nuestro estilo de vida y forma de pensar y sentir, no puede ser igual que antes, dejemos que broten y surjan iniciativas y deseos de compromisos mas radicales, con la radicalidad del evangelio y nuestra formación ignaciana, con vocación de ser hombres para los demás y con los demás, al estilo de Jesús de Nazaret, Ignacio de Loyola, Pedro Arrupe…

La situación de pobreza y extrema pobreza nos lanza un cuestionamiento radical a nuestra manera de vivir nuestra fe y compromiso cristiano. ¿Cómo hablar de Dios desde Ayacucho? ¿cómo hablar de la vida, de la situación de violencia, injusticia y olvido, cómo hablar de la esperanza en un Perú diferente porque puede ser distinto?. Los pobres nos acercan a Dios porque Dios está en ellos, a la vez escondido y manifiesto. Nos ayudan a desenmascarar que un pueblo de pobres solo puede recibir y no dar. Para remediar el sufrimiento y hacer más felices a las personas, lo importante y efectivo no es lo que uno tiene o lleva encima, sino lo que uno es, y sólo somos lo que somos si sintonizamos con los que se ven despojados de todo y viven solos en esta vida.

Es un escándalo que la realidad mas real de nuestra mundo, la que más llega al corazón de Dios, es la realidad que menos conocemos y por tanto, la que menos existe.

Volvamos a escuchar sus voces, esas voces que ya reconocemos con nombre propio y ya no nos resultan ni extrañas ni lejanas ni ajenas…¿y van a volver? Gracias por venir a visitarnos y no se olviden de nosotros.


Benjamín Crespo, S.J.
Huachipa, 28 de enero del 2008

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