13 de diciembre de 2007

Camino Ignaciano 2008

La vida de Ignacio de Loyola se puede leer como una peregrinación. El mismo se llamó peregrino antes de vestirse como tal. La peregrinación en Ignacio nos habla de una doble aventura: la que supone el mismo acto de caminar y el viaje al interior de sí mismo para encontrarse con Dios. Ambos casos suponen una actitud de búsqueda permanente.

Ignacio, cuestionado sin cesar por el “¿qué hacer?”, pregunta que lo acompañó desde su conversión, realiza una larga peregrinación hasta el fin de sus días, cuando se pierde ya en el insondable misterio de Dios, -“siempre y a cualquier hora que quería encontrar a Dios, lo hallaba”-. Si conseguimos convertir a Ignacio en compañero de búsquedas, dudas y camino, nos veremos recompensados con una mayor claridad y fuerza en el empeño de nuestra propia peregrinación.

La vida de Ignacio, el peregrino, puede dividirse en grandes momentos:

En LOYOLA, la experiencia de su conversión y conocimiento personal..
En MANRESA, recorrido espiritual en el que concibió sus Ejercicios Espirituales
En JERUSALÉN, peregrino deseoso de caminar por donde caminó su Señor.
En PARÍS, a donde llegó para prepararse, estudiando en la universidad conoció a sus primeros compañeros.
En ROMA, desde donde dirigió, hasta su muerte, la misión de los primeros Jesuitas.

En estas etapas Ignacio vivió experiencias vitales que orientarán las partes del camino que vamos a emprender:

1º Etapa: LOYOLA -Taller de Autoconocimiento (TAU).
2º Etapa: MANRESA -Taller de Oración (TAO) -Ejercicios Espirituales (EE).
3º Etapa: PARÍS -Preparación para las misiones.
4º Etapa: ROMA - Preparación – Camino a la Misión- Misiones
El sentido del Camino Ignaciano es, pues, a partir del itinerario personal de Ignacio, una invitación a recorrer nuestros propios itinerarios interiores, en búsqueda de un camino de crecimiento humano y cristiano.

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