12 de noviembre de 2007

Confirmación en el Colegio de La Inmaculada

TESTIMONIO PERSONAL

Esta es la carta escrita por Rodrigo Rengifo Briceño (5º C) y que leyó él mismo en la ceremonia litúrgica del día sábado 10 de noviembre.


Jesús:

En primer lugar, perdón. Hay cosas que no quise hacer, pero ahora sé que fueron por algo. Fueron para darme cuenta que, a pesar que te dé la espalda y no te vea la cara, no estoy lejos de Tí. Cometo errores, pero me han servido para crecer, o al menos, eso espero. Perdón si no te escuché, perdón si no te sentí. Perdón por todas las oportunidades que te pedí y no aproveché. Hoy más que nunca, me siento en paz contigo. Tengo que confesarme de vez en cuando, pero hace tiempo que no me siento culpable de nada, desde que empecé a hablarte, desde que empecé a sentirte.

Gracias Jesús por haber puesto todo este mundo para mí. Me miro y siento vergüenza. Siento que llegó a ti con las manos vacías, después que me has dado todo lo que necesito y más. Gracias por todo, por las cosas bonitas de la vida, por los amigos, el Colegio, el amor. Gracias por mis padres, enséñame a quererlos. Gracias por abrazarme en el frío de la lluvia. Gracias también por llevarme a veces por el camino más difícil y complicado. Forma mi carácter, me pones a prueba y está bien.

Recibo el sacramento de la confirmación para que te muestres en mí. Quiero ser tu voz. Quiero ser tus brazos. Quiero verte en las demás personas. Hazme tu instrumento. Llévame donde alguien que necesite un abrazo, un beso, una caricia, una palabra de aliento. Me confirmo porque quiero ayudarte a cambiar el mundo. Como dijo un buen amigo y guía mío: "Dios, no me quites la carga, sino dame una espalda más fuerte para ayudar a los demás a cargar sus cruces". Llegaste a mí a través de todos. Ahora déjame hacer eso a mí. Sabes que acá tienes a un soldado más para tu ejército de paz. Y no me reclutan. Yo me estoy enlistando.

A partir de ahora, mi vida en la fe no depende de mis padres ni de nadie más. Depende de mí. Yo asumo este compromiso después de haberlo pensado. Mi reflexión viene de haberte conocido. De haber comprendido quién eres y qué quieres para mí. Y me agrada. Mi vida es tuya, pero porque yo decido que así sea. Mi libertad es tu voluntad.

Recibo el sacramento de la confirmación porque yo sé que es vivir en comunidad y quiero ser parte de esto. La Iglesia somos todos. Lo fui desde el bautismo, y ahora lo seré desde la confirmación. Si sé cuáles son las normas y reglas de tu casa. Sé cuales son los problemas y dificultades. Sé todo lo que falta hacer. Aún así, quiero entrar y vivir en comunidad, contigo y con mis hermanos.

Recibo el sacramento de la confirmación porque sé que tienes una misión para mí y quiero hacerla a tu manera.

La vida sigue. Sigue del mismo color. Seguimos siendo amigos. Seguimos unidos. Seguiré equivocándome y seguirás estando a mi lado. Pero ahora sacaré tu blasón del bolsillo y me colgaré en el cuello, saldré al mundo con tu nombre en mi boca y mis sueños en tus manos.

No puedo terminar sin agradecerte muy especialmente algo. Todos estos meses. Tengo la feliz certeza que todas las decisiones de mi vida, de alguna u otra manera, me han traído aquí, ahora. A lo largo de este tiempo, me has puesto en el camino a gente increíble. Me has enseñado qué es un amigo, qué es un ser humano. Y para muchos de nosotros, qué es el amor. Como alguna vez dijo aquel buen amigo y guía mío: "El fin de algo, es el inicio de algo más grande". Trabajemos todos para que así sea.

Gracias por todo. Yo cuento contigo. Tú puedes hacer lo mismo.

Rodrigo.

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